Tras veinticinco años David Lynch nos ha vuelto a traer la mítica
serie de Twin Peaks.
Os pongo en antecedentes de mi situación, yo conocía la
serie, pero no vi más que algunos capítulos cuando era pequeño y no conocía
gran cosa de ella. Me insistieron en verla y hace unos meses hice un intensivo
viendo en unas dos semanas tanto la serie como la película de Twin Peaks: “Fuego camina conmigo”. En general consideraba que no estaba mal; muy
ochentera, pero en su época entiendo que fuese algo rompedor.

Bueno, el otro día
llegaron los nuevos episodios, os cuento:
Completamente alucinado contemplé los dos primeros
episodios, pensando en todo momento: “Qué diantres es esto” y “Supongo que mejorará”. Continuaré diciendo
que llegaron a mi grabador los dos siguientes capítulos y con la cara larga me
armé de paciencia y vi el tercero. Esperé
y desesperé durante todo el capítulo y necesité un par de días más para poder
ver el cuarto episodio, solo os diré que
ha llegado el quinto y no sé cuándo lo voy a ver o si lo veré.


Lynch quiere centrarlo todo en la parte mágica, el episodio
tres directamente da la impresión de estar convencido en que si a uno le da una
embolia nadie se da cuenta. ¿Se supone que eso es gracioso? Al terminar de ver
los capítulos uno solo se queda con la idea de: “¿Quién es el que ha pagado
semejante despropósito? “
Ya os digo yo supongo que el mito ha sobrepasado al hombre y
la fama de las dos primeras temporadas, ha podido con él haciendo que no tenga
demasiado claro qué es lo que gustó a la gente.
Otro ejemplo de esto si queréis podría estar en los dos
últimos capítulos de Neon Genesis Evangelion toda una ida de pinza al quedarse
sin dinero la productora. La gente eleva esto a un nivel de icono de la
genialidad. Así en ambas series la suerte jugó un papel extraño en la que sus
creadores no entendieron bien qué es lo que gustó a la gente realmente. Intentar repetir un proceso que se ha dado por
la casualidad es realmente complicado, ya os digo que tengo cosas mucho mejores
que hacer que ver esta serie.
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